Tocaba madrugar, el día pintaba mal. ¿Por qué me
despiertan a estas horas y me visten para salir a la calle? Puse mis sentidos
en marcha y empecé a absorber toda la información, mamá y papá estaban muy
cariñosos conmigo, pero eso no es novedad, soy tan mona...
El olor no era distinto al de cualquier otra
mañana, el pañal no engaña.
Lo que si me llamo la atención fueron las nuevas
palabras que escuchaba, vacuna, dolor, ¿Que querrán decir? ¿Sera un juguete
nuevo?
Me eche mi tradicional siesta en el coche y
cuando paramos, levante la vista y vi un edificio grande, me sonaba de algo, un
recuerdo lejano. Aquí ya había estado.
¡No me toques con esas manos! ¡Por Dios, que frías!
Ojala ese hubiera sido el peor de los recuerdos
de esa mañana, pero no. Mamá comenzó a cambiar su cara, a abrazarme con fuerza
contra su pecho, incluso comenzó a darme un aperitivo matutino.
- Esto huele mal, y no soy yo.
La cara desencajada, las lágrimas al borde del abismo,
un dolor penetrante que recorría todo el cuerpo.
Fue tanta la impresión que me lleve de ver así a
mi madre que tuve que empezar a llorar desconsolada para ver si reaccionaba. Me
habían dado tres pinchacitos a mí y era mi madre la que sufría como si la hubiera
arrancado un brazo.
Eso sí, no pude evitar dejar mi tarjeta de
visita, un pequeño regalo al señor de la bata. Ahí te lo dejo
Aprovecho la ocasión para
felicitar desde aquí a Papa 2.0`s por el lanzamiento de su libro con sus magníficas
viñetas
https://es-es.facebook.com/papa2.0s